Porque escribir es mucho más que poner palabras en papel.
Es una forma de bajar el ritmo, de pausar el ruido de la mente cuando todo va demasiado rápido. Cuando escribes, las ideas dejan de correr. Las emociones se hacen visibles y en esa pausa, algo adentro empieza a ordenarse.
No tienes que saber por dónde empezar, ni escribir bonito. Solo necesitas soltar, dejar que salga lo que llevas dentro. A veces es rabia, a veces tristeza, otras veces gratitud o esperanza.
Todo vale. Todo merece espacio.
Escribir te ayuda a ver con más claridad lo que estás sintiendo, a entender lo que te pasa, a liberar lo que te pesa.
Y poco a poco, sin darte cuenta, vas sanando. Porque al escribir, te escuchas. Y cuando te escuchas, te cuidas.
Por eso te lo digo: escribe.
Aunque sea unas líneas. Aunque no sepas que decir.
